EFECTO BUMERÁN

Language: ES
Type: Contributed Column
Publication: Nuevo Herald, El (Miami, FL)
Location: Section: Perspectiva, Edition: Final, Page: 21A
Author: ISAAC LEE
Date: September 7, 2003
Copyright: Copyright (c) 2003 The Miami Herald

 

El Nuevo Herald
September 7, 2003
Section: SECTION: Perspectiva
Edition: EDITION: Final
Page: PAGE: 21A
Memo:ISAAC LEE

EFECTO BUMERÁN
SOURCE/CREDIT LINE: ISAAC LEE, Especial para El Nuevo Herald

El hecho de haber sido elegido por el voto popular le ha servido al presidente Hugo Chávez para justificar muchas de las arbitrariedades que ha cometido en los cuatro años y medio que lleva gobernando a Venezuela. Las mayorías electorales que obtuvo en diciembre de 1998 (en su primera elección), en julio de 1999 (en la conformación de la Asamblea Nacional Constituyente) y en julio de 2000 (en la elección para su actual mandato), aparte de haberle permitido cambiar dramáticamente todas las reglas de juego, le han servido para escudarse de las críticas a su gobierno, sobre todo a nivel internacional.

Hoy, sin embargo, ese pararrayos amenaza con perder su efectividad y Chávez no sabe muy bien cómo guarecerse de la tormenta que se le viene encima. A pesar de que insiste repetidamente en lo contrario, es evidente que la popularidad del mandatario es cada vez menor. Dos encuestas divulgadas en los últimos días así lo demuestran. La una, de la firma venezolana Datanálisis revela que el 67.5 por ciento de los venezolanos valora negativamente la gestión del presidente Chávez. Y la otra, realizada por dos firmas norteamericanas (Greenberg Quinlan Rosner Research y Public Opinion Strategies) dice que el 65 por ciento de los venezolanos votarían a favor de la salida de Chávez en caso de realizarse el referéndum revocatorio contemplado en la constitución bolivariana de 1999.
Ambas encuestas demuestran, además, que el rechazo a la gestión de Chávez se da en todos los estratos de la población venezolana y no es exclusivo de una "oposición oligárquica y golpista", como pretende el mandatario, con eco en prestigiosos medios de prensa a nivel internacional. Neil Newhouse y Mark Feierstein, representantes de Greenberg Quinlan y de Public Opinion Strategies, le escribieron en días pasados una carta al New York Times, en la cual aseguran que "la descripción de la oposición al presidente Chávez" (realizada en un artículo del 28 de agosto sobre el referéndum revocatorio) como "un grupo de empresarios, profesionales y de clase media y líderes laborales" omite su principal componente: "los pobres del país". Según los ejecutivos, "una encuesta reciente de nuestras organizaciones encontró que el 61 por ciento de la gente más pobre de Venezuela estaría de acuerdo con revocar el mandato de Chávez en un referéndum. De hecho, el 42 por ciento de ellos le otorga a Chávez un "cero" en una escala de cero a cien, la peor calificación que se le podría otorgar al presidente".

Chávez, que no es ningún estúpido, es consciente de esa situación y por eso ha tratado de bloquear (o por lo menos aplazar) el referéndum por todos los medios. Pero su alegada condición de ser un líder elegido por su pueblo y respetuoso de las mayorías ("el fardo democrático que -según Roberto Giusti, columnista del diario El Universal- le ha impedido acrecentar y profundizar el proyecto revolucionario y le ha forzado a convivir con un adversario a quien sólo le desea la desaparición"), se le puede convertir en un bumerán.

Para eso no basta, sin embargo, la decisión de todos los opositores de unirse en torno al referéndum. Es necesaria, más que nunca, una gran presión internacional, que apoye la gestión que (con gran sacrificio de su parte) realizó el secretario general de la OEA, César Gaviria, para que se garantizara la realización del referéndum. Sólo la revocatoria (o la confirmación del mandato), como expresión de la voluntad popular, podrían poner a Venezuela nuevamente en el sendero de la paz social y el crecimiento económico que (con tantos costo para el país) se han perdido en los últimos tres años.

Chávez convirtió su mayor fortaleza en su mayor debilidad.

Editor en jefe de la revista Poder.

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