ADIÓS A JUAN LUIS LONDOÑO
El Nuevo Herald ADIÓS A JUAN LUIS LONDOÑO Cuando Publicaciones Semana le compró a Jorge Ospina el cincuenta por ciento que tenía en la revista Dinero, Felipe López me encargó la tarea de buscar la mejor persona para reemplazar a Ospina y darle un nuevo rumbo a la publicación. López quería que Dinero tuviera al mando a un economista de talla mundial, que conociera el sector privado, que escribiera bien y que fuera capaz de trabajar al ritmo de una publicación quincenal como Dinero. Me pedía más o menos que buscara a un Jeffrey Sachs obsesionado por las noticias, que tuviera una capacidad de trabajo como la que muestra hoy el presidente Alvaro Uribe y que además entendiera cómo funcionaba el estado. No lo quería para hacer patria, sino para competirle a la revista que iba a montar Jorge Ospina con todo el equipo y el know how que se llevaba de Dinero. Llegar a un acuerdo con Juan Luis fue fácil. Nunca se le había ocurrido ser periodista, pero el tema lo emocionó. Cuando le propuse dirigir la revista, él ya estaba pensando en cómo convertir a Dinero en una unidad independiente de negocios: hacer alianzas, seminarios, publicaciones especiales sobre industrias específicas, etc., etc. Poco después empezó a trabajar y no paró. Trajo a la revista una dinámica feroz y le dio una respetabilidad que yo le envidiaba cada quince días. Era un gran conferencista, nunca se dejaba corchar y era muy divertido. Pero lo mejor es que era totalmente original. Usaba camisa de manga corta en Bogotá, andaba descalzo porque no resistía los zapatos y hacía tantas cosas a la vez que nunca estaba sentado. Y citaba permanentemente a su abuela. Un día escribió un confidencial ``con milagro pero sin santo'. Yo, curioso por saber lo que no se había publicado, lo llamé a preguntarle a quién se refería.... Juan Luis me contestó: ``Hombre, Isaac, no se lo puedo decir, porque como decía mi abuela, si todo se lo digo, todo lo sabe'. De los desayunos con empresarios que hacía la revista Dinero desaparecieron la mitad de los cachacos que asistían habitualmente y llegaron representantes de todo el país, y sobre todo de Antioquia, Risaralda y Caldas. Me sentí como si no supiera que el resto del país existía. ``Ah, mijito, es que usted cree que todo pasa en Bogotá....' Juan Luis era un gran economista. Gracias a él y a otros cercanos colaboradores, la campaña de Noemí Sanín tuvo el mejor plan económico de todas. Por eso lo buscó Uribe. Y él aceptó sin problemas. Siempre lo admiró. Desde que era gobernador lo invitó a ser columnista de Dinero. Elogiaba su gestión y me decía que era presidenciable. Juan Luis tenía el arrojo y la voluntad de una aplanadora. Era imposible estar bajo de ánimo teniéndolo a un kilómetro a la redonda. Era un hombre de ideas y convicciones, y estaba destinado a ser el mejor de los servidores públicos: con ganas de cambiarlo todo y con los fundamentos para hacerlo. Era terco y obstinado y se las traía con sus ideas. Así como sacó adelante la Ley 100 de 1990, que reformó la salud en Colombia, tenía en la mira reducir el desempleo y darle la batalla a la pobreza. Pudo haber sido un gran empresario, pero optó por entregar sus energías al estado. El presidente Uribe ha dicho varias veces que Juan Luis es irremplazable. Y no le falta razón. Copyright (c) 2003 The Miami Herald |